Hasta hace unas horas el silencio golpeaba mi corazón.
Pero ya no más.
La débil flama de la vela que cargaba mi alma se encendió como rayo de sol.
Y ahora enceguecida de AMOR me paso el día levitando.
Tu voz es música y tus líneas todo lo que anhela mi pasión.
Mi ADORADO CRISTIÁN... yo TE AMO
y sé que tú también me amas.
Ni la distancia... ni el tiempo y menos extrañas y oscuras presencias
apagarán nuestra LUZ.